A veces deben transcurrir más de cien años en nuestro país para que se concrete un sueño. En 1914, Miguel Lillo (1862-1931), el sabio tucumano, tuvo la idea de establecer el área protegida al sur de Tucumán porque allí se hallaba la vegetación forestal más exuberante del país y las posibilidades máximas de proteger la copiosa vegetación selvática y las principales cuencas hídricas de la provincia. El 4 de julio pasado, la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad la ley de creación del Parque Nacional Aconquija.
El parque tendrá en principio una extensión de 77.000 hectáreas y para ello se adquirirán campos hacia el norte y hacia el sur del parque Nacional Los Alisos. El sistema montañoso del Aconquija que es una división natural entre Tucumán y Catamarca, da cobijo a unas 2.000 especies de plantas y varios tipos de vegetación: bosques piedemontanos, templados, arbustales y pastizales de neblina, pastizales altoandinos, selvas húmedas subtropicales y estepas arbustivas de la Prepuna. Hay felinos, osos meleros, pecaríes, guanacos y tarucas, entre otros mamíferos. Los Alisos contiene numerosos sitios arqueológicos, entre ellos, La Ciudacita, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar.
Se especula ya con desarrollar el turismo nacional e internacional en ese vergel que ya existía antes y que desde hace tres años, es inaccesible para los visitantes porque el único puente de ingreso al parque Los Alisos sobre el río Jaya lo derrumbó una crecida en marzo de 2015 y aún no fue repuesto. El flamante Aconquija -aún falta que la ley sea promulgada- albergará tres parques, uno nacional (Los Alisos) y dos provinciales (Santa Ana y La Florida) y lugares mágicos como La Laguna del Tesoro. La ley prevé que sus moradores, incluidos los pueblos originarios, no sea erradicados de sus tierras; podrán sumarse al cuidado del parque y vivir del turismo. Incluso también podrán realizar actividades económicas productivas amigables con la naturaleza, siempre en coordinación con los guardaparques.
Si bien el parque será de jurisdicción nacional, está enclavado en Tucumán, donde la tala indiscriminada en el piedemonte ha sido una de las causales de las inundaciones de los últimos lustros en el sur provincial, de acuerdo con la opinión de ambientalistas. Según un informe de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, entre 1998 y 2002, Tucumán perdió 22.171 hectáreas por desmonte. La Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal de la Dirección de Bosques de la Nación indicó que entre 2006 y 2011, fueron arrasadas otras 25.333 hectáreas de bosques nativos, bosques en galería, bosques bajos, bosques abiertos y arbustales.
Si se quiere abrir al turismo este vergel, habrá que planificarlo con detenimiento para no la vegetación y la fauna no sufran un proceso de depredación, mucho más teniendo en cuenta la lasitud que nos a la hora de aplicar las leyes, como de respetarlas. El hecho de que en tres años no se haya repuesto el puente de ingreso a Los Alisos, refleja también el verdadero interés por promover el contacto con la naturaleza y desarrollar el turismo.
Bienvenido sea este parque nacional que puede convertirse en un orgullo para los tucumanos si aprendemos a cuidarlo. La nuestra es una tierra bendecida por la naturaleza, de ella depende que las futuras generaciones tengan calidad de vida.